Las jornadas de la Memoria Silenciada tienen una vertiente clara, y esta no es otra que la memoria dedicada en especial al papel que desempeñaron las mujeres durante la Guerra Civil y la posguerra.
Ellas fueron perdedoras por dos veces: perdieron la guerra como los hombres y perdieron la Historia.
Sobre las Mujeres que lucharon contra el Alzamiento pesa un doble silencio, por republicanas y por mujeres, que el final de la guerra supuso para ellas bien volver al hogar y a ser silenciadas, o bien huir no solo por razones ideológicas sinó también por seguir a sus hombres.
En la vida y defensa de la República española, la mujer desempeñó un importantísimo papel. Y tal vez mayor, durante la larga represión franquista. Las que se libraron del fusilamiento o de las prisiones, con su solidaridad y su sacrificio personal, contribuyeron a sostener la moral y la vida física de los presos. Soportaron privaciones, viajes, colas para llevar paquetes a los suyos o para visitarlos en inhumanas cárceles.
Debido a esta ausencia de rostro es necesario restaurar la memoria y la dignidad de la mujer, que se jugó su vida igual que lo hizo el hombre.
Es necesario conservar los testimonios de las mujeres que aun viven y mantienen inalterable su espíritu de lucha. Se lo debemos a unas mujeres que no pasarán a la historia con mayúsculas pero que son grandes en espíritu y en ideales.
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